A más de dos años de que Alejandro Gertz Manero fuera nombrado como titular de la Fiscalía General de la República (FGR), no sólo no ha impulsado la transición hacia una persecución penal moderna, racional y eficiente, por el contrario, vemos con preocupación graves retrocesos, principalmente en relación a la pérdida de autonomía e independencia, el incumplimiento de obligaciones institucionales fundamentales sobre transparencia y rendición de cuentas contenidos en su propia Ley; además de haber cerrado cualquier espacio de diálogo con las víctimas y la sociedad.